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El Inframundo Amazónico reporte (basado en el trabajo del proyecto de periodismo de investigación Amazon Underworld y desarrollado junto con la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional) muestra cómo las organizaciones criminales y los grupos armados han ampliado su presencia, aumentado su control político y diversificado sus economías en la Amazonia con resultados desastrosos. impactos en los pueblos indígenas.
La producción de coca, la minería ilegal de oro y la tala ilegal son algunos de los principales impulsores de la deforestación y una fuente primaria de contaminación y degradación ambiental en algunas de las partes más prístinas del Amazonas. Los ecosistemas de los que dependen las comunidades indígenas para su sustento están siendo destruidos y las propias comunidades a menudo se dividen y sus hijos son reclutados para actividades ilícitas. Los fenómenos de ilegalidad pueden avanzar muy rápidamente, colocando a los pueblos indígenas en una situación de gran vulnerabilidad y riesgo constante, llevando eventualmente a la descomposición de las comunidades locales.
Al mismo tiempo, muchos pueblos y comunidades indígenas están defendiendo sus territorios y medios de vida en toda la Amazonía. En Perú, los pueblos Wampis se organizan para salvaguardar sus territorios y expulsar a los mineros de oro. En Ecuador, la Federación Indígena del Napo moviliza a sus pueblos y presiona al gobierno para que actúe contra la minería ilegal. Mientras tanto, en Brasil, los munduruku, yanomami y kayapó han formado una alianza histórica para resistir Mia (minería ilegal en pequeña escala) en sus territorios. Ante la invasión de los cultivos de coca, los pueblos Kakataibo y Shipibo-Konibo en Perú han organizado guardias indígenas para proteger sus territorios. Sin embargo, el precio que pagan las organizaciones y los líderes indígenas suele ser muy alto. Se enfrentan a amenazas contra sus vidas y sus familias y son cada vez más objeto de violencia e incluso asesinato.
Este nuevo informe toma las lecciones aprendidas de nuestro trabajo con las comunidades afectadas y brinda una mirada regional al problema para abogar por políticas efectivas y holísticas que centren los derechos indígenas en los esfuerzos por contener el crimen organizado. Las principales conclusiones y recomendaciones se produjeron en colaboración con nuestros socios indígenas en Ecuador, Perú, Brasil y Colombia.
El informe propone la necesidad de “políticas públicas integrales que vayan más allá de respuestas represivas simplistas y esporádicas de aplicación de la ley y, en cambio, apunten a transformar las condiciones estructurales que impulsan las actividades criminales y al mismo tiempo refuercen las capacidades y la colaboración entre diferentes partes interesadas para contener el crimen organizado”. Estas estrategias sólo pueden tener éxito si centran el control territorial, los derechos y la gobernanza indígena.