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Bolivia y Ecuador: el Estado contra los pueblos indígenas

19 de julio de 2010 | Actualización de campaña

Por Raúl Zibechi para el Programa de las Américas del Center for International Policy

“Esta gente son gringos que vienen aquí con ONG. Llévatelo a otro lugar. El estómago de esta gente está bastante lleno ”, dijo el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en referencia a los manifestantes que pertenecen a la Confederación Nacional de Indígenas del Ecuador (CONAIE) [1].

Evo Morales dijo casi lo mismo: “Como la derecha no encuentra argumentos para oponerse al proceso de cambio, está utilizando líderes rurales, indígenas u originarios que han sido recompensados ​​con favores especiales por parte de ONGs” [2].

Parece que los presidentes de ambos países se han olvidado de darse cuenta de que están utilizando los mismos argumentos que sus enemigos cuando acusan a los movimientos sociales de ser parte de la “subversión comunista internacional” o de estar financiados por el “oro de Moscú”. Están cometiendo dos errores en uno: creer que se puede manipular a los indígenas y creer que la manipulación viene de fuera del país. No es de extrañar que los indígenas hayan interpretado las declaraciones de sus presidentes como insultos destinados a distraer la atención de problemas reales.

Sin embargo, es posible que USAID, una organización de ayuda de Estados Unidos, se haya infiltrado en algunos movimientos sociales y alentado a los actores a protestar contra el gobierno, según declaraciones del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Señala que, de los 100 millones de dólares que USAID invierte en su país, 20 millones se destinan a costos técnicos y el resto “para sus amigos y sus clientes políticos, para patrocinar cursos, publicaciones y grupos que promueven el conflicto” [3].

Las organizaciones sociales involucradas en las protestas rechazaron el financiamiento de USAID, aunque lo más llamativo es que esta crítica no ha salido a la luz antes, sino justo cuando la gente ha comenzado a manifestarse contra el gobierno. El titular de Hidrocarburos en la administración de Morales fue aún más lejos y le recordó al mandatario que le debía a todos una explicación de por qué permitió que USAID, el Banco Mundial y las ONG europeas diseñaran el actual Estado Plurinacional. De hecho, “En 2004, USAID financió la Unidad Coordinadora de la Asamblea Constitucional”, entre otras actividades oficiales [4].

La Marcha Indígena en Bolivia

El 17 de junio, cientos de indígenas se reunieron en las tierras bajas de Trinidad, capital de la provincia de Beni, a cinco horas de Santa Cruz de la Sierra. Su intención era ascender cuatro mil metros desde la región de la selva tropical, marchando 1,500 kilómetros a pie hasta llegar a La Paz. La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), que agrupa a 34 naciones de oriente que se organizan en once regiones, reunió a manifestantes apoyados por el Consejo Nacional de Qullasuyu Ayllus y Markos (CONAMAQ).

Estas son dos de las principales organizaciones indígenas que formaron el Pacto de Unidad durante la Asamblea Constitucional de 2006, y que han apoyado fuertemente al gobierno de Morales hasta ahora. Las otras tres, la poderosa Confederación Única de Trabajadores Rurales de Bolivia, la Confederación de Comunidades Originarias de Bolivia (CSCB) y la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, continúan apoyando al gobierno.

Desde principios de año, la CIDOB ha negociado la Ley Marco de Autonomía con el ministro de Autonomía, Carlos Romero. Han llegado a un consenso en 50 artículos, aunque continúan debatiendo otros trece [5]. Sus desacuerdos se basan en dos puntos básicos. En primer lugar, los indígenas han exigido que se aprueben convenios de usos y costumbres, mientras que el Estado ha pedido un referéndum. El segundo punto tiene que ver con territorios indígenas que cruzan líneas departamentales; la gente ha pedido que su autonomía también cruce estas líneas.

En esencia, se trata de una cuestión de soberanía. La gente de las tierras bajas demanda que las comunidades tengan la capacidad de vetar los emprendimientos comerciales, particularmente las concesiones mineras y de hidrocarburos, que afectan sus territorios. También quieren que el número de escaños en la Asamblea Plurinacional pase de siete a dieciocho. Tras llegar al poder, el gobierno decidió negociar por separado con algunas de las ramas regionales de la CIDOB para dividir el movimiento. Es por ello que la marcha que salió de Trinidad el 22 de junio se celebró pocos días después en Asunción de Guarayos, a 400 kilómetros de Santa Cruz, donde una delegación oficial llegó a un acuerdo de ocho puntos con la CIDOB [6].

La segunda estrategia del gobierno fue enfrentar a los indios contra los indios. El presidente Morales se dirigió a una asamblea de seis sindicatos de cultivadores de hoja de coca que repudiaron la marcha de la CIDOB y expresaron su voluntad de impedirla [7]. El ex portavoz del gobierno, Alex Contreras Baspineiro, señaló que “antes de encontrar una decisión pacífica y mutuamente acordada, el gobierno inició una costosa campaña mediática en un intento por desacreditar la movilización indígena” [8]. “En cinco años de gobierno, nunca hemos visto este tipo de división, sin mencionar las amenazas de enfrentamientos violentos”, agregó.

La tercera estrategia del gobierno fue la difamación, ya que los manifestantes fueron acusados ​​de ser financiados por USAID. El presidente de la CIDB, ​​Adolfo Chávez, rechazó la acusación y recordó al gobierno que los manifestantes tienen problemas para acceder a alimentos y medicinas suficientes. Continuó presentando un desafío: “Desafiamos al gobierno a sacar a la USAID del país, y luego veremos quiénes son los afectados” [9].

Contreras es un reconocido periodista social boliviano que participó en la Primera Marcha por el Territorio y la Dignidad en 1990. A esta marcha se le atribuye el inicio de la reconstrucción de los movimientos sociales en el apogeo del período neoliberal. Fue celebrado por los medios nacionales por su compromiso y cobertura especial de las marchas indígenas. En la marcha que inició en Trinidad conoció a Pedro Nuni, representante del pueblo Mojeño y actualmente diputado del Movimiento por el Socialismo (MAS), quien le dijo que “algunos de los ministros del gobierno indígena se están volviendo indígenas contra indígenas” [10]. .

Uno de los resultados de la marcha es que el gobierno perdió su mayoría de dos tercios en el parlamento (111 votos sobre 166), ya que ocho representantes indígenas decidieron alejarse del MAS. En definitiva, Contreras cree que si el gobierno sigue negándose a negociar podría poner en peligro la gobernabilidad del país. Por eso cree que “un enfrentamiento entre organizaciones indígenas o la satanización de líderes” no es la respuesta, sino, sobre todo, la negociación y “rescatar un pilar de este proceso de cambio: la cultura de la vida, de la paz, del diálogo y compromiso social ”[11].

Sin embargo, el gobierno rechazó las demandas primarias de la CIDOB, argumentando que si las ponían en vigencia estarían violando la constitución. El ministro Romero argumentó que algunas de estas demandas “no respetan los derechos de todos los bolivianos”, porque solo benefician a un sector en particular, y no pueden dar a los pueblos indígenas una representación mayor que el porcentaje de la población del país que componen [12].

CONAIE contra Correa

El 5 de junio se realizó la cumbre presidencial de La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Los ocho presidentes se reunieron en Otavalo, a unos 60 kilómetros al norte de Quito, ciudad de mayoría quichua. A pesar del tema que nos ocupa, las organizaciones indígenas no fueron invitadas a asistir. Por eso la CONAIE decidió instalar su Parlamento Plurinacional en la misma ciudad, con la intención de insistir en que no puede haber plurinacionalidad sin pueblos indígenas.

Alrededor de tres mil personas participaron en una marcha pacífica por la ciudad. Cantaron y bailaron en honor al Inty Raymi, el Año Nuevo Andino, y también recordaron el vigésimo aniversario del primer levantamiento indígena, que inició el proceso de movilización que finalmente llevó a la presidencia a Rafael Correa. Policías montados custodiaban el edificio donde se realizó la cumbre, y sus caballos se asustaron por la llegada de los manifestantes cuando llegaron a la puerta para entregar una carta a su “hermano” Evo Morales.

Los indígenas se oponen al gobierno por las leyes de aguas y las concesiones a las empresas mineras. Esto ha provocado numerosas manifestaciones, huelgas, bloqueos y levantamientos [13]. El conflicto entre la CONAIE y el gobierno no es nuevo, aunque ahora ha adquirido un tinte más grave debido a las acusaciones judiciales contra los líderes. Al día siguiente de la cumbre, el Ministerio Público de la Provincia de Imbabura, donde se ubica Otavalo, inició una investigación contra las organizaciones indígenas.

Según esta investigación, “un grupo de ciudadanos de raza indígena” rompió la barrera policial en torno a la reunión del ALBA “gritando consignas que alteraron el orden público”, y el principal daño ocurrió cuando un policía fue “despojado de las esposas”. Por estos motivos, los dirigentes de la CONAIE y Ecuarunari (la organización quechua del altiplano) están siendo acusados ​​nada menos que de “sabotaje y terrorismo” [14]. Se trata de una acusación muy grave que pretende intimidar a los dirigentes.

Según el abogado y catedrático Mario Melo, en el fondo del problema está que la presencia de la CONAIE fuera del recinto del encuentro “puso en evidencia, ante la opinión pública nacional e internacional, que las organizaciones que representan a las múltiples nacionalidades y pueblos del Ecuador están siendo excluidos del proceso de definición de las políticas políticas que les conciernen ”[15]. Ha habido una respuesta política disfrazada de acción legal para “intimidar y desmovilizar” a los movimientos.

Los líderes indígenas reaccionaron al desafío. Marlon Santi, presidente de la CONAIE, se presentó ante el Ministerio Público para conocer de los cargos y dar su versión de los hechos. El 5 de julio, una comunicación conjunta de Ecuarunari y CONAIE señaló que las acusaciones de terrorismo carecen de fundamento jurídico y son “una persecución política del movimiento indígena y sus líderes por el simple hecho de desacuerdo con las políticas gubernamentales” [16].

El mensaje contiene un recordatorio de que el artículo 98 de la nueva constitución reconoce el "derecho a la resistencia" cuando los derechos están en peligro. Y finaliza con una frase que anticipa más enfrentamientos: “Las acusaciones judiciales contra los dirigentes sólo sirven para evidenciar la mezquindad de los gobernantes, así como una seria amenaza a la paz y democracia de los ecuatorianos”.

Pérez Guartambel, presidenta de la Unión de Sistemas Comunitarios de Agua del Azuay en Cuenca, también fue acusada de sabotaje y terrorismo debido a una protesta masiva en su pueblo, Tarqui, el 4 de mayo. El Frente de Defensa de Mujeres Pachamama ha presentado denuncias similares. Aunque el fenómeno no está tan extendido en Bolivia, todos los indicios apuntan a que el proceso que se desarrolla en Ecuador implica una profunda ruptura entre los movimientos sociales y el gobierno.

Hay un abismo entre los dos, y la línea divisoria es el proyecto nacional y el llamado "desarrollo". Correa está convencido de que la mayor amenaza a su proyecto, al que denomina “socialismo del siglo XXI”, proviene de lo que él llama la izquierda “infantil” y de los grupos ambientalistas e indígenas que, según él, rechazan la modernidad. Critica a quienes “le dicen no al petróleo, a las minas, al uso de nuestros recursos no renovables. Es como un mendigo sentado en una bolsa llena de oro ”[17].

Poner en práctica el Estado Plurinacional

Los procesos sociales y políticos en ambos países son como dos guisantes en una vaina. Ambos aprobaron un Estado Plurinacional y nuevas constituciones, pero cuando llegó el momento de aplicar sus ideas se encontraron con serios obstáculos. Los grupos de base indígenas y los sectores populares urbanos llevaron al poder a Morales y Correa, y esos mismos grupos ahora protestan contra “sus” gobiernos. En ambos casos, los gobiernos optaron por el extractivismo mineral y petrolero para asegurar las ganancias fiscales, en lugar de trabajar por el Buen Vivir, según sus promesas.

La Federación de Juntas Vecinales de El Alto (FEJUVE), una de las organizaciones sociales más importantes de Bolivia, publicó un duro documento denominado Manifiesto Político del XVI Congreso Ordinario [18]. Afirma que “a pesar de tener un presidente indígena como Evo Morales, el Estado sigue gobernado por una oligarquía criolla” porque “sigue manteniendo un sistema económico capitalista y un sistema político neoliberal”. El documento continúa diciendo que los pobres continúan siendo "políticamente dominados", "explotados económicamente" y "marginados racial y culturalmente".

Aún más preocupante, “El gobierno del MAS, luego de su ascenso al poder, se ha limitado a utilizar a los pueblos indígenas y a miembros de sectores populares para sus campañas políticas, pero siguen siendo excluidos de las decisiones políticas y solo son utilizados por el gobierno para legitimarse y como escaleras de mano a sus asientos de poder ”. Además, exige que el gobierno no interfiera en las organizaciones sociales, que se modifique el comportamiento del vicepresidente Álvaro García Linera y sus colegas, a quienes se define como “enemigos de la clase campesina e indígena”, y apoya la marcha. de los pueblos de Oriente.

Tanto el tono como el contenido son intensos. La FEJUVE no es una organización cualquiera; fue uno de los protagonistas del conflicto del gas boliviano, en octubre de 2003, que provocó la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y provocó el colapso del neoliberalismo. En este momento, el grupo está considerando pedir la renuncia de Morales. En Ecuador, la CONAIE también es muy importante; ha sido protagonista de una docena de levantamientos desde 1990 y ha derrocado a tres gobiernos. Romper con cualquiera de estas organizaciones es muy serio para cualquier gobierno, y es especialmente grave para aquellos que dependen de ellas para recibir apoyo.

Lo que se aprecia aquí son las primeras fisuras en el Estado Plurinacional, un edificio que aún no se ha construido del todo. Estas fisuras están apareciendo porque existe una potente disputa por el poder. Los pueblos originarios no tienen por qué aceptar el marco del Estado Nación, que es en el que se asienta el Estado Plurinacional. Se pueden señalar dos perspectivas que intentan arrojar luz sobre este proceso.

Albert Acosta, economista ecuatoriano y expresidente de la Asamblea Constituyente, plantea que es fundamental que las leyes se aprueben en un lenguaje arraigado en la vida cotidiana. Si esto no sucede, no importa cuán avanzada sea la Constitución, no significará nada. El problema es que el presidente Correa cree que las leyes de agua y comunicación no son importantes, lo que para Acosta es lo mismo que decir que “la Constitución no es fundamental ni prioritaria”. Se pregunta: “¿Será que el presidente Correa ve la Constitución como una camisa de fuerza?”. [19]

Considera que la oposición de la derecha, que se opuso a la Constitución, está bloqueando las leyes para impedir el cambio. Por otro lado, “el método de gobierno de Correa, que es, en esencia, un derribo y un atropello del liderazgo, no deja espacio para el debate”. Su conclusión es que la Constitución que pretendía redescubrir al gobierno “está atada a un paquete político que no garantiza su vigencia”. A nivel de gobierno “hay una especie de contrarrevolución legal” que no es apoyada por la sociedad en general.

El escritor y filósofo boliviano Rafael Bautista sostiene que redescubrir el Estado boliviano sin fortalecer la participación de las naciones originarias no implica cambio alguno o puede ser visto como “pura cosmetología”. Pero si no hay un redescubrimiento, es decir, la descolonización, “lo que ocurre no es más que la reconstrucción de los aspectos feudales del Estado” [20]. Para decirlo brevemente, la reconstrucción de un Estado colonial basado en la creencia en su superioridad sobre los indios. Esta estructura se perpetúa en el Estado Plurinacional, porque es un modelo que no ha cambiado en ningún nivel básico.

Bautista dice que “el cambio ya no consiste en la transformación del contenido del nuevo Estado”, sino que se ha convertido en “una adaptación subordinada de lo plurinacional a las necesidades funcionales de la institucionalidad del Estado”. Esto es precisamente lo que ha revelado la respuesta a la marcha: un sentimiento de superioridad sobre los indígenas (son manipulados, no actúan por su cuenta, dice el gobierno) y la imposibilidad de que el Estado esté en otro lugar que no sea ”. en la parte superior ”y en el centro.

La esencia de la plurinacionalidad radica en la apertura del campo de la toma de decisiones, que es una apertura del poder. “La plurinacionalidad no se refiere a una suma cuantitativa de actores, sino a la forma cualitativa en que se toman y se ejecutan las decisiones: somos efectivos en ser plurales cuando abrimos la arena de la toma de decisiones”. Y esto es lo que no está sucediendo; por eso Bautista dice que el actual gobierno “no gobierna obedeciendo, sino dando órdenes”.

El gobierno no ha reestructurado el poder para incluir a los pueblos originarios, pero lo ha barajado entre los gobiernos locales y las alcaldías. Es decir, reproduce la lógica del privilegio, porque estos han sido los espacios de la élite local desde la época colonial. La marcha demuestra una negativa a transformar el Estado de manera limitada únicamente para mejorar su “desempeño”. A esto se refiere Bautista cuando habla de “la paradoja feudal puesta en práctica”. La protesta indígena es un claro indicio de la transparencia de la llamada descolonización del Estado.

Los pueblos originarios, que han creado nuevas condiciones para su libertad, no seguirán tolerando la marginación política. Saben que el Estado necesita explotar los recursos naturales para pagar sus facturas, pero también saben que esa lógica lleva a la destrucción. Por eso han decidido protestar; Fueron lo suficientemente fuertes como para paralizar el neoliberalismo, y ahora se niegan a perder su oportunidad.

[FINAL]

Raúl Zibechi es analista internacional de Brecha de Montevideo, Uruguay, conferencista e investigador sobre movimientos sociales en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios grupos sociales. Escribe una columna mensual para el Programa de las Américas (www.cipamericas.org)

Traducido por Jenny Marie Forsythe

Recursos
Alberto Acosta, “Rafael Correa nos invita a violar la Constitución”, diario Expreso, Guayaquil, 26 de junio de 2010.
Alex Contreras Baspineiro, “Indígenas contra indígenas”, ALAI, 29 de junio de 2010.
Andrés Soliz Rada, “Evo y Usaid”, Bolpress, 3 de julio de 2010.
FEJUVE El Alto, “Manifiesto político del XVI Congreso Ordinario”, 27 de junio de 2010.
“Lucha Indígena” No. 47, julio de 2010, Cuzco.
María José Rodríguez, “El iceberg tras las luchas por los recursos”, Bolpresss, 2 de julio de 2010.
Mario Melo, “La justicia penal como arma de represión política”, Red de Comunicadores Interculturales Bilingües del Ecuador, 1 de julio de 2010.
Patricia Molina, “Crónica d ela VII Marcha Indígena por la autonomía y ladignidad”, Bolpress, 7 de julio de 2010.
Rafael Bautista, “Bolivia: ¿Qué manifiesta la marcha indígena?”, Bolpress, 30 de junio de 2010.

Para más información:
Pueblos indígenas en Brasil: el desafío de la autonomía
http://www.cipamericas.org/archives/1772
Un año desde la masacre de Bagua: nuevos actores frente a un estado en crisis
http://www.cipamericas.org/archives/2572

[1] Telesur TV, fuente: www.telesurtv.net 25 de junio de 2010.
[2] “La mano de EE.UU. en el conflicto indígena ”, fuente: www.prensamercosur.com.ar 2 de julio de 2010.
[3] La Jornada, 26 de junio de 2010.
[4] Andrés Soliz Rada, “Evo y USAID”, Bolpress, 3 de julio de 2010.
[5] Patricia Molina en Bolpress, 7 de julio de 2010.
[6] “Detienen temporalmente la marcha indígena”, Bolpress, 7 de julio de 2010.
[7] Agencia Boliviana de Información (ABI), 5 de julio de 2010.
[8] “Indígenas contra indígenas”, ALAI, 29 de junio de 2010.
[9] Ídem y agencias.
[10] Ídem.
[11] Ídem.
[12] Agencia Boliviana de Información, 8 de julio de 2010.
[13] Ver: “Ecuador: Se profundiza la guerra por los bienes comunes”, Programa de las Américas, 19 de octubre de 2009.
[14] Mario Melo, “La justicia penal como arma de represión política”, 1 de julio de 2010 fuente: www.redci.org
[15] Ídem.
[16] “La 'revolución ciudadana' persigue a los dirigentes indígenas y sociales del país”, CONAIE y Ecuarunari, 5 de julio de 2010.
[17] Reuters, 6 de julio de 2010.
[18] FEJUVE, 27 de junio de 2010 fuente: www.alminuto.com.bo
[19] Entrevista a Alberto Acosta en Expreso, Guayaquil, 26 de junio de 2010.
[20] Rafael Bautista, “¿Qué manifiesta la marcha indígena?”, Bolpress, 30 de junio de 2010.

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