
Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad del mundo, medido por la riqueza de especies. Pero durante el último medio siglo también ha sido el hogar de una guerra civil brutal, que ha causado la muerte y el desplazamiento de sus ciudadanos, con repercusiones negativas en su entorno natural. Por más sombrío que sea, el conflicto en sí mismo no es necesariamente malo para la biodiversidad. Si bien la falta de gobernanza en las zonas de guerra puede alentar la minería ilegal y la deforestación, una reducción resultante en el desarrollo también puede significar que el entorno natural no está expuesto a las presiones que de otro modo podría enfrentar. Entonces, la paz trae un nuevo desafío ambiental.
En noviembre de 2016, el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmó un acuerdo de paz para poner fin a más de cinco décadas de conflicto. Desde entonces, el optimismo ha sido manchado por retrasos en el proceso y un aumento en el número de activistas de derechos humanos asesinados este año.
Todo esto hace que sea un momento delicado para Colombia y sus riquezas naturales. Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt en Bogotá, describió el período como un “gran experimento ecológico“. A lo largo del texto de la acuerdo de paz, se destacó el objetivo de mantener la sostenibilidad social y ambiental. Pidió la creación de asociaciones de trabajadores agrícolas, por ejemplo, con el objetivo de proteger el medio ambiente, al mismo tiempo que se sustituyen los cultivos ilícitos de drogas por la producción de alimentos. El acuerdo también establece planes de zonificación ambiental para delimitar la frontera agrícola.
Planes de desarrollo
No va a ser fácil. Desde la firma del acuerdo de paz ha habido algunas tendencias preocupantes. La deforestación aumentó en un 44% en 2016, principalmente en áreas previamente controladas por las FARC. Estas cifras están alineadas con algunas la investigación reciente mostrando una correlación entre la presencia de las FARC y menores niveles de deforestación, debido a que la guerrilla mantiene un nivel de control sobre los bosques en su territorio.
La producción de coca (que se destina a la fabricación de cocaína) también está en el incrementar, debido en parte a un incentivo perverso para que los cultivadores de coca aumenten el tamaño de sus cultivos a fin de recibir mayores subsidios para el cambio a cultivos alternativos como parte de la estrategia de paz. Aparte de la actividad ilegal, existen importantes planes nacionales de desarrollo, que incluyen concesiones mineras y un programa de infraestructura masiva de 8,000 km de carreteras, todo lo cual pone en peligro la biodiversidad de Colombia.
Descubrimientos de especies
Sin embargo, la paz también crea oportunidades. Colombia ahora podría mejorar sus políticas de gobernanza y conservación, y monitorear adecuadamente la biodiversidad de zonas que antes estaban fuera de los límites durante el conflicto. Por ejemplo, 88 nuevas especies se han descubierto en Colombia desde el acuerdo de paz en áreas previamente consideradas demasiado peligrosas para la investigación.
En el Congreso Internacional de Biología de la Conservación (ICCB) celebrado en Cartagena, Colombia en julio de 2017, los conservacionistas de Colombia y de todo el mundo discutieron algunas de estas oportunidades clave. Se están ampliando las áreas protegidas y hay un impulso importante para más ecoturismo, especialmente para los amantes de las aves.
Crecimiento verde
Colombia plan nacional de desarrollo promueve una estrategia de crecimiento verde y “tanto mercado como sea posible, y tanto estado como sea necesario”. En consecuencia, están surgiendo nuevas iniciativas de conservación basadas en el mercado que intentan encontrar un compromiso entre el desarrollo económico y la conservación de la naturaleza.
Un ejemplo es la aparición de "compensación de la biodiversidad“. Esto tiene como objetivo compensar los impactos ambientales de las grandes minas, presas o carreteras mediante la conservación o restauración de un ecosistema de mayor o igual valor de biodiversidad que el que está siendo dañado. Pero estos megaproyectos todavía tienden a convertirse en sitios de conflicto. De hecho, el Atlas de justicia ambiental enumera 125 conflictos ambientales en Colombia (solo India tiene más), la mayoría de los cuales surgen de la minería o la perforación de petróleo y gas.
El poder del pueblo
Ahora están surgiendo consultas populares en Colombia, donde las comunidades han estado votando en contra de la minería en sus territorios. Muchos sienten que sus medios de vida y las industrias extractivas son fuertemente incompatibles: agua, vida o mineria (“Agua, vida o minería”).
Mientras tanto, Baptiste, en su discurso plenario en el ICCB, habló de minería sí, pero no así (“Minería sí, pero no de esa manera”), destacando el deseo de una minería responsable y la creencia en la existencia de soluciones que puedan compatibilizar el desarrollo con la conservación de la naturaleza. Baptiste presentó un desglose de dónde se ubica la biodiversidad en Colombia y quién está a cargo de ella, con áreas protegidas que representan el 14-18% del territorio nacional, y concesiones mineras y energéticas que representan el 25%, de las cuales alrededor del 1% hasta ahora ha sido transformado por la actividad minera.
Es fundamental que el conflicto entre grupos armados no sea simplemente reemplazado por un conflicto entre comunidades y megaproyectos sobre la protección de sus medios de vida y el medio ambiente. Aún no está claro cómo evolucionará la vida, tanto humana como no humana, en Colombia después del conflicto. Ciertamente, queda un largo camino por recorrer para que este país se transforme en una nación verdaderamente posconflicto. El desafío y la oportunidad es construir una sociedad pacífica mientras se mantiene su diversidad biológica y cultural, y desarrollar un modelo para otros países ricos en biodiversidad afectados por la guerra.





